Canadá cuenta con el 7% de las reservas mundiales de agua dulce y aparece en la posición número 12 en la lista de países con mayor índice de desarrollo humano (indicador de la ONU que mide esperanza de vida, educación o PIB).
Sin embargo, miles de hogares canadienses reciben agua con peligrosos niveles de plomo. Un grupo de 120 periodistas, editores, estudiantes y profesores (de 10 medios de comunicación y 9 universidades, coordinados por el Instituto de periodismo de investigación de la Universidad Concordia) han presentado recientemente los resultados del proyecto Tainted Water (Agua Contaminada).
El estudio revisa la información de unas 12,000 pruebas, realizadas por autoridades municipales y provinciales entre 2014 y 2018, al agua que se distribuye en 11 ciudades del país. En el 33% de los casos, la presencia de plomo superaba los niveles sugeridos como seguros por el Ministerio de Salud de Canadá (cinco partes por 1,000 millones), mientras que el 18% excedía el límite estadounidense estipulado por la Agencia de Protección Medioambiental (15 partes por 1,000 millones).
Montreal (Quebec), Prince Rupert (Columbia Británica), Regina (Saskatchewan), Edmonton (Alberta), Halifax (Nueva Escocia) y Oakville (Ontario) fueron algunos de los lugares seleccionados. Algunas muestras arrojaron niveles similares o superiores a los que se registraron en Flint (Michigan), ciudad estadounidense que enfrentó en 2015 una crisis de salud pública por la contaminación de agua por plomo. Esta sustancia se relaciona con hipertensión, anemia, disfunción renal y esterilidad; además de con problemas de desarrollo del sistema nervioso en niños.
Generalmente, el agua no contiene plomo a su salida de las plantas de tratamiento; el líquido recibe estas partículas al pasar por las líneas de servicio y las tuberías que conectan a las viviendas, al igual que por puntos donde se utilizó soldadura con dicho elemento.
Desde 1975, las tuberías de plomo se prohibieron en Canadá; en 1986 le llegó el turno a la soldadura. Asimismo, las regulaciones federales se volvieron más estrictas en 2013 respecto a grifos y otros accesorios.
El equipo de investigación constató que varios municipios no sabían con precisión cuántas líneas de distribución tenían dentro de su territorio. En 2017, un comité del Parlamento canadiense determinó que al menos 500,000 hogares del país tenían aún tuberías de plomo.
El caso de Flint, Michigan.
En 2014, la ciudad de Flint del estado de Michigan, Estados unidos, realiza un cambio en el suministro de agua potable, pasa de ser abastecida por el Departamento de Agua y Alcantarillado de Detroit con captación desde el Lago Hurón, a ser abastecida por el Centro de Servicios de Agua de Flint con captación desde el Río Flint.
La composición química y orgánica en ambas aguas era diferente, además de su tratamiento, el cual fue deficiente por parte de Flint. La completa ausencia de tratamiento anticorrosivo, el elevado nivel de cloruros, el bajo nivel de PH y alcalinidad, formaron las condiciones idóneas para que el agua suministrada sea ácida y reaccione con las viejas tuberías de hierro, cobre y plomo, provocando oxidación y de manera más grave, aumentando peligrosamente las concentraciones de plomo en el agua.
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