Lisboa, capital de Portugal, tiene el honor de ser la Capital Verde Europea 2020, gracias al trabajo que ha desarrollado en la última década para convertirse en una ciudad ecointeligente y amistosa para la ciudadanía y sus visitantes.
Este esfuerzo se ha centrado en áreas como el desarrollo de áreas verdes, la eficiencia energética, la política de gestión de residuos y la sostenibilidad social del territorio, lo que ha llevado a Lisboa a ser la primera ciudad del sur de Europa que recibe esta importante distinción, que se ha concedido en su mayoría a urbes del norte del continente europeo.
En el apartado de áreas sostenibles destaca especialmente la peatonalización de amplias zonas de la urbe y el fuerte crecimiento de las zonas verdes.
Con casi 3 millones de habitantes en su área metropolitana, Lisboa está viviendo en estos momentos un resurgimiento cultural y económico, acompañado de interesantes iniciativas en pro de la movilidad urbana sostenible, el crecimiento verde y la ecoinnovación, contando con una de las redes más grandes del mundo de puntos de carga de vehículos eléctricos.
Ya en el año 2016, se convirtió en la primera capital de Europa en firmar el Nuevo Pacto de Alcaldes por el Cambio Climático y la Energía, después de haber logrado una reducción del 50% en las emisiones de CO2 (2002-14), reducir el consumo de energía en un 23% y el consumo de agua en un 17%.
Con un centro histórico erigido sobre 7 colinas, nos encontramos calles empinadas en las que se respira un ambiente cosmopolita, y un sentimiento responsable orientado hacia las estrategias urbanas verdes para contrarrestar los efectos del cambio climático, como son la sequía o el calor extremo.
En Lisboa se ha conseguido que el 76 % de la población viva a menos de 300 metros de zonas verdes urbanas
Aunque es una ciudad que se encuentra en pleno crecimiento, se ha apostado de manera decidida por un desarrollo urbano sostenible, poniéndose en marcha medidas para restringir el uso del coche y dar prioridad a la bicicleta y el transporte público, destacando el plan de 2017 de despliegue de bicicletas compartidas eléctricas.
Tampoco nos podemos olvidar de la estrategia de la capital lusa para ser 100% neutral en carbono en 2050 y sus planes para plantar 100,000 árboles al año.
La plantación de árboles ayuda a contrarrestar uno de los efectos más negativos del cambio climático y las cada vez más frecuentes olas de calor, ya que con estas nuevas áreas reforestadas, la temperatura circundante puede caer de 3 a 5ºC.
Relacionado con el consumo responsable, en este 2020 se va a prohibir vender bebidas en vasos de plástico, lo que cambiará la habitual estampa nocturna de ciudadanos bebiendo en estos recipientes de un solo uso fuera de los bares.
Para finalizar vamos a recordar que el premio de Capital Verde Europea es especialmente importante en un momento de emergencia climática y en el que los problemas que se derivan del cambio climático deben estar en la agenda política europea y mundial.
Más aún cuando la región del sur de Europa se enfrenta a duros desafíos climáticos que deben ser contestados de una manera sostenible con responsabilidad y compromiso por parte de todos los involucrados.
En este sentido, la existencia del European Green Capital Award reafirma la importancia de las ciudades, donde se concentran en la actualidad 3 de cada 4 ciudadanos europeos, unos 333 millones de personas en total.
Desde que se estableciera el premio han sido ya 11 las ciudades europeas que han logrado este galardón: Estocolmo (2010), Hamburgo (2011), Vitoria-Gasteiz (2012), Nantes (2013), Copenhague (2014), Bristol (2015), Liubliana (2016), Essen (2017), Nijmegen (2018), Oslo (2019) y Lisboa (2020).
Artículo obtenido de: Ricardo Estévez, www.ecointeligencia.com
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