En 2019, un grupo de naciones de las islas del Pacífico, entre las que se contaban Fiji , Nauru y Micronesia, emitió una declaración de crisis climática: sus territorios están desapareciendo a marchas forzadas por causa de la subida de los niveles del mar.
Los peores pronósticos apuntan a que muchos de sus territorios podrían dejar de ser habitables en la próxima década. Y no solo por la pérdida de terrenos, sino por la progresiva salinización de sus acuíferos. Hasta un 40% de la población mundial vive en zonas costeras que resultarán afectadas por el proceso. Por desgracia, revertir el cambio climático llevará mucho más tiempo del que esas poblaciones disponen para sobrevivir. Por eso, junto con la creciente presión para potenciar las energías renovables, se están desarrollando estrategias paliativas que mitiguen los efectos más graves del calentamiento global. Uno de esos enfoques es el adoptado por un equipo del MIT estadounidense, que está estudiando la forma de utilizar las propias fuerzas de la naturaleza para reconquistar parte del terreno perdido. Concretamente, canalizando la energía de las olas y fomentando la formación de bancos de arena. En el plazo de cuatro meses este innovador proyecto tecnológico ha logrado que una parte de la línea de costa se ensanchara en medio metro.
Hasta ahora las principales estrategias consistían en construir diques o drenar fondos marinos, prácticas todas ellas costosas y, la mayoría de las veces, antiecológicas. Pero quizás hayan enfoques más inteligentes y, sobre todo, sostenibles.
El equipo de Skylar Tibbits, profesor adjunto en el Departamento de Arquitectura del MIT, lleva experimentando con la fuerza de las olas desde 2018, en tanques experimentales donde han medido el efecto del oleaje sobre la arena y su comportamiento. Allí, han desarrollado los modelos que, posteriormente, han aplicado en las Maldivas. Para comprobar la eficacia de los experimentos han recurrido a la utilización de drones, imágenes de satélite y mediciones manuales de la profundidad de la arena acumulada.
Convertir las olas en aliadas
Sin duda, los habitantes de estas islas del Pacífico han pasado a considerar las olas como un enemigo que va devorando poco a poco sus hogares. Sin embargo, esa misma energía que erosiona las líneas costeras podría constituir el mejor aliado para protegerlas. Tras los experimentos de laboratorio, Tibbits y su equipo comenzaron a utilizar en 2019 los dispositivos que habían ideado para reconducir el flujo de arenas.
Las pruebas en Maldivas se han llevado a cabo con plataformas móviles y sumergibles en forma de rampa, fabricadas con un material geotextil de alta resistencia, que redirigen las turbulencias del oleaje. Las olas van arrastrando arena por encima de las rampas y depositándola al otro lado, donde las partículas sólidas se van sedimentando. El desarrollo de estas rampas replica el efecto que tienen los arrecifes de coral o los volcanes marinos en la formación de tierra firme.
Primeros resultados y proyecciones futuras
A lo largo de 2019, los investigadores comprobaron la eficacia de su sistema, que permitió la acumulación de trescientos metros cúbicos de arena en una franja de medio metro de arena en una zona de veinte metros de ancho por treinta de largo. El objetivo a largo plazo es que las plataformas se adapten a las diversas condiciones meteorológicas para optimizar el flujo de arena, no solo en las Maldivas, sino también en otras zonas del mundo. A tal fin, han recibido una beca National Geographic que les permitirá seguir con sus investigaciones.
Fuente: www.imnovation-hub.com
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