La función principal del transporte público (TP) es dar servicio y operar en todos los ámbitos posibles: en las grandes áreas metropolitanas, en las ciudades pequeñas, en los suburbios, en áreas rurales y en áreas interurbanas.
Las ciudades, desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, crecieron alrededor de los ferrocarriles. Sin embargo, desde los años 60 el vehículo privado se ha ido estableciendo de forma progresiva ocupando la mayor parte del espacio público, y se ha convertido en el modo de transporte por excelencia de la clase media, lo que ha transformado la fisonomía de las ciudades y de las áreas metropolitanas. El proceso de expansión o dispersión territorial se desarrolla a partir de los años 80 y 90 en los Estados Unidos y Europa, principalmente, con la creación de urbanizaciones periféricas y alejadas del centro de la ciudad con alta densidad poblacional, y dificultando así el funcionamiento eficiente de una red de transporte público.
Aunque hay otros conceptos que se pueden tratar en materia de ámbitos territoriales (el TP operará de manera distinta dependiendo del área a la que sirva), infraestructura, capacidad, tecnología, accesibilidad, seguridad, impacto ambiental, uso del espacio e intermodalidad, es el vehículo de operación el que define todo lo anterior.
En esta ocasión tocaremos el tema de los autobuses, tomando en cuenta el artículo de la semana pasada titulado: "Carta a Luís Abinader: Por Nuestro Sistema de Autobuses"
Como se aprecia en el artículo, los autobuses son quizás el modo más visible y versátil del transporte público, omnipresentes en todas partes, desde los centros de las ciudades hasta en el medio rural
Los tranvías, que aparecieron por primera vez en 1775, no lograron resolver el problema de movilidad de las grandes ciudades y, en 1825, el ómnibus del coronel Stanislas Baudry se convirtió en el medio de transporte colectivo de mayor popularidad. Curiosamente, la historia del autobús comenzó ligada al negocio del coronel, unos baños termales ubicados en Nantes, Francia.
El objetivo no era otro que atraer una mayor cantidad de público a su local, por lo que decidió crear un sistema de transporte basado en las tradicionales diligencias que recogiera a su público en el centro de la ciudad y la trasladara hasta las termas. Tenía capacidad para 15 personas, pero el coronel rápidamente descubrió que no todas iban a su negocio.
El ómnibus del coronel comenzó a ser utilizado por todos los vecinos del pueblo que necesitaban comunicarse con el extrarradio, así que no tardó en crear la Enterprise Générale des Omnibus, cuya terminal de autobuses se ubicó frente a los grandes almacenes más populares y concurridos de Nantes.
Fue todo un éxito, tanto que rápidamente la idea se extendió por Nueva York y Londres, donde se inauguró la primera línea de ómnibus en 1829. Fue tan sólo dos años después, en 1831, cuando el inventor Walter Hancock le dio a su país el primer autobús como tal de la historia. En este caso, su motor era de vapor y en él cabían 10 personas.
Dato curioso: En la parada de autobuses podía leerse en latín: Omnes ómnibus - "hay de todo para todos", lo que reflejaba el hecho de que su autobús era para todos, clientes y no clientes de sus termas. De ahí el nombre que le puso: ómnibus.
Y así hemos ido evolucionando hasta alcanzar capacidades de hasta 90 personas y movilizados por electricidad. Auqnue es el modo de menor capacidad dentro del sistema, es el más flexible, pues no cuenta con una infraestructura fija por donde se deba movilizar, lo que lo convierte en el herramienta perfecta de intermodalidad en cualquier ciudad.
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta por las autoridades encargada de la planificación del transporte público en autobús es la implementación de medidas de prioridad para los mismos, de manera que tengan mejores condiciones de circulación que los vehículos privados y se vuelvan más atractivos, principalmente para los viajes al centro de las ciudades, que son las más congestionadas y contaminadas de los territorios en los que opera transporte público.
Ahora, ¿qué tipo de autobús necesitamos para nuestro sistema?
A la hora de elegir el vehículo para una flotilla de transporte público hay que pensar en la estandarización, de manera que el mantenimiento sea má fácil y se reduzca el stock de repuestos. Se deben establecer ciertas características:
Longitud
Ancho
Altura
Peso bruto
Carga máxima por eje
Tipo de puerta
Ubicación de la puerta
Nivel de la plataforma
En los países industrializados, una característica de mucha importancia es la mano de obra, por su costo, tanto para la operación como para el mantenimiento, mientras que, en los países en vía de desarrollo, puede ser mayor el costo del combustible o el vehículo, ya que la mano de obra tiene un costo poco apreciable porque no es cualificada.
Tenemos entonces los siguientes tipos de autobuses:
Minibús
Muy populares en la década de los 80
Ofrecen un servicio más frecuente
Son más económicos, tanto en la compra como en el mantenimiento
Perfectos para centros urbanos y cascos históricos
Con capacidad de 9 a 35 asientos
Autobús de 1 nivel
Modelos predominantes en las ciudades
Miden de 10 a 12 metros de largo
Con capacidad de 45 a 55 pasajeros sentados
A diferencia de los minibuses, tienen alta capacidad para pasajeros a pie
Autobús de 2 niveles
Muy pocas ciudades cuentan con este tipo de autobús. Gran Bretaña se caracteriza por tener de estos en sus calles
Miden unos 10 metros generalmente
Con capacida de hasta 75 pasajeros
Solo son necesarios donde las cargas justifiquen su uso
Son poco accesibles
Autobús articulado
Combinan la capacidad de un autobús de 2 pisos y la accesibilidad de uno de 1 piso
Recomendados para rutas con demanda diaria elevada
La desventaja principal es que tienen un mayor costo de inversión
Trolebús
Vehículo de tracción eléctrica
Puede tener las características de los mencionados anteriormente, excepto el de 2 pisos, pero eso dependerá de la necesidad
La desventaja principal es el costo de la infraestructura a construir, además de que le quita flexibilidad
Cada tipo de autobús cumple con una función, con ciertas capacidades que ayudarán a suplir las demandas de ciertas zonas y con características que se podrán ajustar a las vías que estarán transitando.
En otra entrega estaremos tratando los tipos de combustibles y el consumo de los autobuses.
Referencias
Transporte público e intermodalidad, pilares para una movilidad sostenible, Structuralia
Álvaro Prieto Maya, "La historia del autobús: De los carros de caballos a las energías Alternativas", Autonoción
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